
En Purím, 14 de Adar, celebramos la salvación milagrosa de nuestro
pueblo durante el cautiverio en Persia, cuando su primer Ministro Hamán
descendiente de Amalék, el primer y gran enemigo de Israel, decretó, con el
consentimiento del rey, la exterminación total de los hebreos.
En realidad, el milagro de Purím se realiza en un cuadro de fenómenos
naturales. Por lo cual el nombre de Di-s no figuró en el relato histórico de
esos acontecimientos, o sea El libro de
Ester, que leemos en Purím, pues la naturaleza no revela abiertamente la
presencia de su Creador. Pero esos acontecimientos convergen de forma tan
evidente hacia un solo objetivo, la salvación del pueblo, que se ve forzosamente
en ellos un milagro y no una simple coincidencia. Nuestros sabios dicen que “El Eterno anticipa
el remedio a la enfermedad”. Antes que
el peligro se declare, prepara la salvación.
Así Ester, mensajera para salvar a su pueblo, accede al trono antes que
Israel estuviese en peligro de exterminación.
La oración acompañada de un retorno en Teshuvá (arrepentimiento), tiene
la fuerza de poner en acción la milagrosa máquina Divina de salvación: la
movilización espiritual general organizada por Mordejai, jefe de la comunidad,
surte su efecto y provoca el milagro que va invertir la situación: conducir a la ejecución de Hamán en la misma
horca que había preparado para Mordejai, al acceso de este último a una
posición privilegiada y a la salvación del pueblo.
Purím es más que una conmemoración, es una lección histórica de primera
magnitud: somos el mismo pueblo desde su Creación. Nuestra naturaleza Divina no está sujeta a
variación. Si cambiamos nuestra
identidad, nuestra esencia espiritual, nos exponemos a los peores
peligros. Amalék sólo nos ataca cuando
estamos espiritualmente débiles y descuidamos la Torah. En cambio, nuestra fidelidad a la Torah atrae
sobre nosotros una Providencia milagrosa y una protección Divina con vista a
nuestra supervivencia y a nuestra conservación.
Tomado del Shuljan Aruj de Rabi Yosef
Caro “Recopilación de Las Leyes Prácticas según La Traducción Sefaradi”, de
Abraham M. Hassan.
Comentarios
Publicar un comentario